El origen del jamón desde la antigua Tarraco hasta la actualidad

Las primeras referencias conocidas procedentes del Imperio Romano, quien fue un gran consumidor de jamón curado, corresponden al siglo II a. C. En ellas, se encuentran claras menciones al curado de los jamones de la Hispania, donde la abundancia y la calidad de las materias primas y unas condiciones climáticas propicias, favorecieron el desarrollo de una cultura artesanal en el salado de las carnes, consiguiendo una fama que sobrepasó los límites de la península ibérica.

En Tarragona, (antigua Tarraco) la que fue una de las principales capitales Romanas, se encontró un jamón fosilizado con casi 2000 años de antigüedad. Según aparece en el Edicto del emperador Diocleciano, los jamones de la Hispania eran exportados a Roma y a distintas penínsulas del Imperio. Destaca la relevancia del edicto conocido como Edictium de Prettis (siglo III), en el que figura la fijación de precios de los jamones a 20 denarios por paleta.

Era uno de los productos gastronómicos hispánicos más valorados por las élites. A pesar de que en el su peninsular también se criaban cerdos, es singular que en el siglo II a. C. fueran célebres los jamones de Pamplona o Cantabria.

La receta para curarlos sigue siendo exacta 2000 años después por Caton "De Ru Rusticae".

«Ponlos en sal, cuando hayan estado cinco días, cuélgalos dos días al viento… Cuélgalos otros dos días al humo del hogar y, luego, en la despensa de la carne». Incluso sugiere «untar con aceite de oliva después de ahumarlos». 

Así nace Origo ibericus, un ibérico 100% natural, elaborado de manera natural desde su origen y tradición histórica. Sin aditivos ni conservantes añadidos.